Índice
- 1 Qué es la cirrosis
- 2 Causas de la cirrosis
- 3 Síntomas de la cirrosis
- 4 Complicaciones de la cirrosis
- 5 Diagnóstico de la cirrosis
- 6 Tratamiento de la cirrosis
- 7 Prevención de la cirrosis
- 8 Los cinco datos más importantes sobre la salud del hígado
- 9 ¡Escríbenos y síguenos en nuestras redes sociales!
- 10 Fuentes de consulta:
Qué es la cirrosis
La cirrosis es una condición en la que el tejido cicatricial reemplaza a las células sanas del hígado. La cicatrización es a menudo causada por la exposición a largo plazo a toxinas como el alcohol o las infecciones virales. Esta es una enfermedad crónica que, si no se detiene, puede ocasionar la pérdida de la función hepática, lo cual puede ser fatal. Las causas de la cirrosis más comunes son el consumo excesivo de alcohol, padecer diabetes tipo 2 y ser mayor de 50 años. Los síntomas de la cirrosis dependen de la gravedad y el avance de la enfermedad.
El daño al hígado es un tema delicado, ya que es un órgano vital. Este desempeña funciones tan importantes como la producción y eliminación de sustancias, regulación de la glucosa y lípidos (grasas), entre otras cosas. Con la ayuda de la vitamina K, el hígado produce proteínas que son importantes para la coagulación de la sangre. El tejido cicatricial también bloquea parcialmente el flujo de sangre a través del hígado.
Muchas personas no son conscientes de padecer cirrosis, ya que no presentan síntomas hasta que el hígado se daña gravemente.
Causas de la cirrosis
Las causas de las cirrosis más comunes son las infecciones virales crónicas del hígado (hepatitis B y hepatitis C). El hígado graso asociado con la obesidad, la diabetes y el abuso del alcohol son otras causas de la cirrosis. Además, cualquier cosa que dañe el hígado puede provocar esta enfermedad.
Las causas de las cirrosis más comunes son las siguientes:
- Hepatopatía alcohólica: daño al hígado y su función debido al abuso de alcohol
- Enfermedad del hígado graso no alcohólico
- Hepatitis C crónica
- Hepatitis B crónica
Las causas de las cirrosis menos comunes son las siguientes:
- Hepatitis autoinmune
- Enfermedades que dañan, destruyen o bloquean los conductos biliares, como la colangitis biliar primaria y la colangitis esclerosante primaria
- Enfermedades hepáticas heredadas que afectan el funcionamiento del hígado. Algunas de estas son la enfermedad de Wilson, la hemocromatosis y la deficiencia de alfa-1-antitripsina
- Uso a largo plazo de ciertos medicamentos
- Insuficiencia cardíaca crónica con congestión hepática. Esta es una afección en la que el flujo de sangre fuera del hígado se vuelve lento
Síntomas de la cirrosis
Los síntomas de la cirrosis se producen porque el hígado no puede purificar la sangre, descomponer las toxinas, producir proteínas de coagulación y ayudar con la absorción de las grasas y las vitaminas liposolubles. A menudo, los síntomas de la cirrosis no se presentan hasta que el trastorno ha progresado lo suficiente. Esto depende de las causas de la cirrosis.
Cirrosis compensada y cirrosis descompensada.
En la cirrosis compensada no se presentan síntomas, debido a que el hígado aún tiene suficientes células saludables que permiten su funcionamiento. Sin embargo, los síntomas de la cirrosis descompensada son los siguientes:
- Fatiga
- Desaliento
- Falta de apetito
- Pérdida de peso
- Náuseas
- Dolor abdominal
- Sangrado del esófago
- Edema
- Ascitis
- Ictericia
- Cálculos biliares
- Moretones y sangrado constante
Se debe recibir un tratamiento adecuado y a tiempo para las causas de la cirrosis, ya que con el tiempo la situación empeorará. Esto ocasionará que las células saludables ya no puedan cubrir todas las funciones, además de que el hígado podría dejar de eliminar las sustancias tóxicas, como el amoniaco.
Los síntomas de la cirrosis que se presentan de forma temprana son la retención de líquidos y sal. Esto puede verse al presentar inflamación en la pierna o el tobillo, pero puede proceder a una retención significativa de líquidos en el abdomen (ascitis). Al reducir la sal en la dieta y al usar la combinación correcta de diuréticos, la retención de líquidos puede reducirse durante un tiempo. En casos más severos, un médico puede necesitar drenar líquido del abdomen.
El líquido en el abdomen puede infectarse y provocar una condición llamada peritonitis. Esta requiere diagnóstico rápido y tratamiento con antibióticos. Algunas personas con retención severa de líquidos que no responden a la terapia pueden necesitar un trasplante de hígado.
Complicaciones de la cirrosis
A medida que el hígado falla se pueden desarrollar complicaciones. En algunas personas, las complicaciones pueden ser los primeros síntomas de la cirrosis.
Hipertensión portal
La hipertensión portal es la complicación grave más común de la cirrosis. Esta es una condición que se produce cuando el tejido cicatricial bloquea y disminuye el flujo sanguíneo normal a través del hígado. Dicho bloqueo causa presión arterial alta en la vena porta. La hipertensión portal y sus tratamientos pueden conducir a las siguientes complicaciones:
- Várices en el esófago, el estómago o los intestinos, que pueden provocar hemorragias internas si estallan
- Inflamación en piernas, tobillos o pies, conocido como edema
- Acumulación de líquido en el abdomen, llamada ascitis, que puede provocar una infección grave en el espacio que rodea el hígado y los intestinos
- Confusión o dificultades para pensar causadas por la acumulación de toxinas en el cerebro, llamada encefalopatía hepática
Infecciones
La cirrosis aumenta las posibilidades de contraer infecciones bacterianas, como infecciones del tracto urinario y neumonía.
Cáncer de hígado
La cirrosis aumenta las posibilidades de contraer cáncer de hígado. La mayoría de las personas que desarrollan cáncer de hígado ya tienen cirrosis.
Insuficiencia hepática
La cirrosis eventualmente puede conducir a insuficiencia hepática. Con insuficiencia hepática, el hígado está muy dañado y deja de funcionar. También se llama enfermedad hepática en etapa terminal. Requiere de trasplante de hígado.
Otras complicaciones
Otras complicaciones de la cirrosis pueden incluir
- Enfermedades óseas, como osteoporosis
- Cálculos biliares
- Problemas con los conductos biliares: los tubos que transportan la bilis fuera del hígado
- Malabsorción de nutrientes y desnutrición
- Hematomas y sangrado con facilidad
- Sensibilidad a los medicamentos
- Resistencia a la insulina y diabetes tipo 2
Diagnóstico de la cirrosis
La cirrosis hepática es la sexta causa de mortalidad en México, y produce cerca de 30 mil fallecimientos anuales
La forma más acertada de diagnosticar la cirrosis es a través de una biopsia. Es muy importante para el doctor conocer el historial médico del paciente. Eso ayuda a determinar las diferentes causas de la cirrosis.
La detección de uno o más de los síntomas de la cirrosis amerita acudir con el doctor de manera inmediata. El médico diagnostica la cirrosis en función del historial médico, un examen físico y los resultados de ciertas pruebas. Algunos de los estudios médicos que se pueden llevar a cabo para precisar el diagnóstico son los siguientes:
- Biometría hemática
- Tiempo de protrombina (tiempos de coagulación)
- Pruebas de la función hepática
- Nivel de albúmina en la sangre mediante una química sanguínea
- Tomografía del abdomen
- Resonancia magnética del abdomen
- Endoscopia
- Ecografía del abdomen
- Alfafetoproteína (detección de cáncer de hígado)
- Endoscopia superior para detectar várices esofágicas
- Ecografía del hígado
- Resonancia magnética del abdomen
- Tomografía computarizada del abdomen
- Biopsia hepática, que se considera la prueba definitiva para la cirrosis
Tratamiento de la cirrosis
Es importante dejar claro que no existe cura para esta enfermedad. Sin embargo, existen tratamientos que pueden retrasar el progreso, aliviar los síntomas de la cirrosis. Lo principal es disminuir el daño a las células hepáticas y reducir las complicaciones. Los tratamientos recomendados dependen de las causas de la cirrosis y pueden ser los siguientes:
- Disminuir el consumo de alcohol en caso de cirrosis alcohólica.
- Cuando las causas de la cirrosis son enfermedades autoinmunes, enfermedad de Wilson o hemocromatosis, se recomienda tratamiento para la cirrosis, así como para la enfermedad subyacente.
- Tratamiento con medicamentos para controlar los síntomas de la cirrosis
- El edema (retención de líquidos) y la ascitis (líquido en el abdomen) se tratan al reducir el consumo de sal. Los diuréticos se usan para eliminar el exceso de líquido y evitar la aparición del edema.
- Las terapias de dieta y medicamentos pueden ayudar a mejorar las confusiones que la cirrosis puede causar. Por ejemplo, al disminuir la cantidad de sal en la dieta, se reduce la retención de líquidos en el abdomen y las piernas. Se pueden administrar laxantes como lactulosa para ayudar a absorber las toxinas.
- Algunas personas con cirrosis severa pueden necesitar un trasplante de hígado.
Prevención de la cirrosis
El consumo excesivo y prolongado de alcohol causa siete de cada 10 casos de cirrosis hepática. Para la hepatitis autoinmune no existe prevención alguna, ya que esta es causada por el propio sistema inmunológico. Para los demás casos, algunas medidas de prevención son las siguientes:
Consumir alcohol de manera moderada o no consumirlo
- No consumir drogas
- Evitar el consumo de productos de tabaco
- Nunca compartir jeringas
- Tomar medidas preventivas contra la hepatitis B y hepatitis C
- No tener relaciones sexuales con una persona que tenga hepatitis
- Llevar una dieta saludable baja en grasas
- Evitar consumir medicamentos durante largos periodos de tiempo
Los cinco datos más importantes sobre la salud del hígado
- Uno de cada 10 personas sufre de alguna enfermedad hepática, biliar o de la vesícula
- La enfermedad hepática y la cirrosis son la sexta causa de muerte de adultos entre 25 y 64 años
- La hepatitis C crónica y la enfermedad del hígado alcohólico son las principales causas de la cirrosis
- La hepatitis C es la razón número uno para el trasplante de hígado
- El hígado es el único órgano que puede regenerarse
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Fuentes de consulta:
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